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Microplasticos

¿Qué son los microplásticos? La realidad que debemos conocer

Cuando hablamos de microplásticos, es común escuchar advertencias preocupantes sobre su presencia en el agua, el aire e incluso en nuestros alimentos. Pero, ¿qué tan cierto es todo lo que se dice sobre ellos? Antes de alarmarnos, es importante entender realmente qué son, de dónde vienen y qué impacto tienen.

Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico, de menos de 5 milímetros, que pueden generarse de manera intencionada o como resultado del desgaste de materiales plásticos más grandes. Se encuentran en muchas partes del entorno, pero eso no significa que sean el problema que algunos medios hacen parecer. Para comprender la verdad detrás de los microplásticos, es fundamental basarnos en evidencia científica y dejar de lado la desinformación. Acompáñanos a desmitificar lo que realmente sabemos sobre ellos.

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Realmente, ¿qué tan expuestos estamos a los microplásticos?

Seguro has escuchado que estamos rodeados de microplásticos y que hasta los estamos “comiendo y respirando todo el tiempo”. Suena alarmante, ¿verdad? Pero, si nos basamos en la ciencia y no en los titulares sensacionalistas, la realidad es muy diferente.

Para empezar, la cantidad de microplásticos que ingerimos es extremadamente baja. Se estima que, en promedio, consumimos menos de 1 microgramo por kilogramo de peso corporal al día. Para ponerlo en perspectiva, eso es como una gota de agua en una piscina olímpica.

¿Y qué pasa con lo que respiramos? Aquí es donde entra un dato curioso, el polvo común que flota en el aire a nuestro alrededor es mucho más abundante y, en comparación, inhalamos una cantidad mínima de microplásticos. De hecho, estamos mucho más expuestos a partículas naturales como polen, cenizas, fibras de tela y otros materiales que llevamos toda la vida respirando sin problema (The Plastics Paradox, p. 108).

Entonces, si bien es cierto que los microplásticos están en nuestro entorno, su presencia no significa automáticamente un riesgo grave para la salud. Lo importante es informarnos con datos reales y no dejarnos llevar por el pánico que muchas veces se genera sin fundamentos sólidos.

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¿Cuál es el impacto real de los microplásticos en los océanos?

Si buscas información sobre los océanos y los microplásticos, seguro te has encontrado con imágenes impactantes y advertencias alarmantes. Pero, si analizamos los datos con calma, la historia es diferente.

Para empezar, los microplásticos representan menos del 0.01% de los materiales presentes en los océanos (The Plastics Paradox, p. 116). Es decir, aunque suene a que están “invadiendo el mar”, en realidad son una fracción minúscula de todo lo que hay en el agua.

Además, hay una idea muy extendida de que los microplásticos en el océano provienen principalmente de botellas, bolsas y otros envases de consumo. Pero la realidad es que la mayor parte proviene del desgaste de redes de pesca. Estas redes, hechas de materiales plásticos resistentes, pueden degradarse con el tiempo y soltar pequeñas partículas en el agua.

Esto no significa que no debamos preocuparnos por cuidar el océano, pero sí que es importante entender el origen del problema. En lugar de centrarnos solo en los plásticos de consumo, sería más efectivo enfocarnos en soluciones para reducir la contaminación marina de la pesca industrial y mejorar la gestión de residuos en general. Al final, tomar decisiones basadas en información real nos ayudará a proteger mejor nuestros mares.

¿Qué pasa con los microplásticos en nuestro cuerpo?

Con tantas noticias alarmantes sobre los microplásticos, es normal preguntarse: ¿Nos están envenenando sin que nos demos cuenta? Pero si analizamos la información con una mirada científica, la respuesta es mucho más tranquila de lo que algunos creen.

Para empezar, la mayoría de los microplásticos no se acumulan en el cuerpo. Cuando los ingerimos (que, como vimos, es en cantidades minúsculas), nuestro organismo los elimina de forma natural, igual que lo hace con otras partículas que no puede digerir.

Además, los polímeros más comunes en los plásticos, como el polietileno y el polipropileno, son químicamente inertes. Esto significa que no reaccionan ni liberan sustancias tóxicas en condiciones normales de uso (The Plastics Paradox, pp. 113-120). En otras palabras, un pedazo de plástico en sí mismo no es venenoso ni peligroso para nuestro cuerpo.

De hecho, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) ha concluido que los microplásticos no representan una amenaza para la salud humana. Esto es importante porque esta institución regula la seguridad de los productos que consumimos a diario, desde alimentos hasta medicamentos.

Entonces, aunque suene preocupante escuchar que hay microplásticos en el agua o en los alimentos, la ciencia nos dice que no hay evidencia de que sean un riesgo real para la salud. Claro, siempre es bueno seguir investigando y aprendiendo, pero sin caer en el miedo innecesario que muchas veces se difunde sin fundamentos sólidos.

Importancia de basarnos en datos reales

Hoy en día, es fácil encontrar información alarmante sobre los microplásticos. Redes sociales, noticias y documentales nos bombardean con frases como “estamos llenos de plástico” o “los microplásticos están en nuestra sangre”. Pero, ¿qué tan cierto es todo esto?

Un dato clave que pocos mencionan es que el 80% de los estudios sobre microplásticos no cumplen con criterios científicos rigurosos (The Plastics Paradox, p. 120). Esto significa que muchas de las afirmaciones que circulan sobre sus supuestos efectos están basadas en investigaciones mal diseñadas, con métodos poco confiables o resultados exagerados. Y cuando la información es incorrecta, las soluciones que proponemos también pueden estar equivocadas.

Si realmente queremos cuidar el planeta, es fundamental que tomemos decisiones basadas en datos reales. En lugar de dejarnos llevar por el pánico, necesitamos entender el problema con objetividad. Así podremos enfocarnos en soluciones efectivas, como mejorar la gestión de residuos, fomentar el reciclaje y reducir la contaminación de verdad, en lugar de preocuparnos por problemas que tal vez no son tan graves como nos los pintan.

La clave está en informarnos bien y no caer en la desinformación que solo genera miedo sin aportar soluciones reales.

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Y realmente.. ¿De dónde vienen los microplasticos?

Ahora bien, es importante saber de dónde vienen los microplásticos para entender mejor el problema y cómo enfrentarlo. Aunque a menudo escuchamos sobre su impacto negativo, la realidad es que los microplásticos son el resultado de diversos procesos cotidianos y no surgen de la nada. Aquí te explicamos de dónde provienen:

  • Desgaste de plásticos grandes: Imagina una botella de plástico tirada en la playa. Con el sol, el viento y las olas, poco a poco se va desgastando y rompiendo en pedacitos más pequeños. Con el tiempo, esos fragmentos se convierten en microplásticos. Lo mismo ocurre con bolsas, envases y otros plásticos que terminan en el medio ambiente.
  • Microesferas en productos: Muchos productos de cuidado personal, como exfoliantes y pastas de dientes, usaban pequeñas bolitas de plástico (microesferas). Aunque muchos países ya han prohibido su uso, estas bolitas solían pasar por el drenaje y acabar en los ríos y océanos.
  • Fibra plástica de la ropa sintética: Cada vez que lavamos ropa de poliéster, nailon o acrílico, estas fibras liberan microplásticos. Debido a su tamaño, muchas de estas fibras escapan a través de los filtros de las plantas de tratamiento de agua y terminan en ríos, lagos y mares.
  • Desgaste de neumáticos: Las llantas de los autos, al circular, liberan pequeñas partículas de plástico y caucho. Estas partículas terminan en las calles, y el viento y la lluvia las arrastran hacia el agua y el aire que respiramos.
  • Pellets plásticos en la industria: Los plásticos no siempre llegan al mercado en su forma final. Antes de ser productos acabados, se transportan como pequeñas bolitas llamadas granza. A veces, durante su traslado, estas bolitas se derraman y se convierten en otra fuente de microplásticos en el medio ambiente.

Como puedes ver, los microplásticos provienen de diversas actividades diarias. Este conocimiento nos permite abordar el problema con una perspectiva más clara y buscar soluciones más efectivas.

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Conclusión sobre que son los microplásticos

Ahora que sabemos qué son los microplásticos y cómo llegan al medio ambiente, es importante preguntarnos: ¿de verdad son el gran problema que muchos creen? A lo largo de los años, hemos escuchado muchas preocupaciones sobre su impacto, pero la ciencia nos muestra que hay mucho por descubrir antes de sacar conclusiones apresuradas.

El Dr. Chris DeArmitt nos recuerda que no todo lo que se dice sobre los microplásticos está basado en evidencia sólida. Sí, están presentes en el agua, el aire y hasta en nuestros cuerpos, pero los estudios más rigurosos aún no han demostrado que sean un peligro grave para la salud. De hecho, algunos datos sugieren que los microplásticos pueden absorber toxinas en el océano y evitar que afecten a la vida marina.

Lo que sí está claro es que la mala gestión de los residuos plásticos es el verdadero problema. No se trata de eliminar el plástico de nuestras vidas, sino de asegurarnos de que se use de manera responsable y no termine en la naturaleza. Si reciclamos correctamente, apoyamos soluciones sostenibles y evitamos los desperdicios innecesarios, podemos reducir la cantidad de plásticos que se fragmentan en microplásticos.

En lugar de alarmarnos sin pruebas contundentes, enfoquémonos en acciones efectivas. La ciencia sigue investigando el tema y, mientras tanto, nosotros podemos ser parte de la solución sin caer en el miedo ni en información exagerada. Al final, lo que realmente importa es cómo manejamos nuestros recursos y qué decisiones tomamos para cuidar nuestro planeta.