“El desarrollo sostenible es un desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer a los suyos” Brundtland, 1987
Desde hace un par de décadas, hemos empezado a trazar el camino del desarrollo sostenible, un camino que considera un equilibrio entre los recursos naturales y todas las actividades económicas que responden a las necesidades de una población que está en constante crecimiento.
Afrontar los cambios en temas ambientales ha implicado retos, pero también, grandes oportunidades para crear nuevas innovaciones y soluciones que permitan satisfacer productos y servicios para la vida humana sin comprometer a las generaciones venideras.
Así, desde las empresas hemos realizado cambios en modelos de negocio, en estrategias corporativas y en tipos de financiamientos que nos permitan ofrecer diferentes soluciones para estar a la altura de cada una de las necesidades, manteniendo el respeto de nuestro entorno.
A partir de ese cambio de modelos, es que hoy podemos hablar de la transición hacia una Economía Circular, un sistema económico restaurativo y regenerativo que desde su diseño conserva el valor de los recursos, productos y materiales el mayor tiempo posible a través de la creación de un modelo de negocio innovador que permita reducir la generación de residuos.

Conscientes de que este modelo es económico, hoy me gustaría detenerme en una pieza clave para alcanzar el desarrollo sostenible: la importancia de las finanzas sostenibles, un tema que abordó Carlos Torres Ballesteros, director general de ALPLA para México, Centroamérica y el Caribe, en el Podcast “La sostenibilidad, prioridad de negocio y financiamiento empresarial“. Estas inversiones financieras se destinan a proyectos e iniciativas de desarrollo sostenible, productos ambientales y políticas que fomentan el desarrollo de una economía más sostenible.
En el 2008, el Banco Mundial emitió el primer bono verde y, a partir de ello, se creó una nueva forma de conectar el financiamiento de los inversionistas con proyectos sobre el cambio climático. Entre los proyectos que se pueden financiar se encuentran: movilidad sostenible, eficiencia de energía, control y prevención de la contaminación, instalaciones sostenibles y gestión de residuos.
En este último rubro, comparto el ejemplo del crédito que BBVA México otorgó a ALPLA por 40 millones de dólares. Un financiamiento que permitió concretar en México uno de los proyectos más innovadores en materia de reciclaje, la construcción de ALPLArecycling Toluca, una planta de reciclaje de polietileno de alta densidad (HDPE, por sus siglas en inglés).

Una planta que además de contar con una capacidad anual para procesar 40,000 toneladas de botellas y producir 30,000 toneladas de material reciclado para reincorporarlo a un proceso de Economía Circular, contribuye a la reducción de las emisiones de CO2, se da un nuevo valor post consumo y se reduce la cantidad de residuos en vertederos e incineradores.
Esta inversión forma parte de un plan estratégico a escala mundial, en el cual, ALPLA está comprometida a invertir hasta 50 millones de euros por año en promedio entre 2021 y 2025 para expandir las actividades de reciclaje como parte de su estrategia de sostenibilidad y Economía Circular de los plásticos.

Durante los últimos años se ha registrado una mayor apertura de financiamiento para empresas por parte de instituciones financieras; sin embargo, este es un tema que aún tiene mucha capacidad para amplificarse. En la medida en la que las empresas vean los beneficios de estos instrumentos en las economías y la sociedad, existirán más oportunidades para avanzar en el camino de la sostenibilidad.